El libro digital y el cambio de las reglas del juego



Con motivo de la edición del II Foro de Cultura Libre repasamos el estado del ‘ebook’, que hoy día es una de las piedras de toque del movimiento por la difusión libre del conocimiento.

El sector editorial es el último en incorporarse a las posibilidades que la era digital y la cultura libre pueden ofrecer a los futuros usuarios del ebook. Las características y la complejidad del sector hacen que el despegue del libro digitalen España esté siendo particularmente lento. La cuestión es si el sector aprovechará este momento para mejorar y cambiar las reglas del juego en beneficio de una difusión más equitativa y libre o si persistirá en mantenerse como hasta ahora.

Algunas grandes editoriales apuestan por ahorrar costes mediante la digitalización de los contenidos, sin preocuparse por invertir en desarrollar todo el potencial que ofrece este nuevo soporte y vendiendo los ebooks a tan sólo unos euros por debajo del precio del ejemplar en papel. Una actitud inmovilista que David Gámez, presidente de la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), no duda en calificar de “oportunidad perdida” tanto para autores, como para los consumidores. En su opinión es necesario realizar inversiones para fortalecer la implantación y el lanzamiento de los libros digitales en España.

En ese sentido, está involucrado en un proyecto de la editorial y librería Traficantes de Sueños que consiste en investigar nuevos formatos y fórmulas de financiación alternativa. La idea es que en un futuro se puedan sacar adelante ebooks por los cuales el autor no esté obligado a pagar una licencia anticopia RDM, lo que permitiría reproducir y compartir libremente su contenido. Esta iniciativa, que supondría un ahorro de costes para el autor y para el consumidor, favorecería la difusión y la promoción de la obra.

¿Cultura libre: coste cero?

“Cultura libre no significa gratis, todo tiene un valor y un coste”, afirma David Gámez. En ese sentido, no hay que olvidar que lo que este movimiento pretende lograr es que la licencia libre aplicada a un producto proporcione la oportunidad de modificar, copiar y distribuir libremente un contenido, “luego está la cuestión de si tú quieres aplicarle o no un coste económico” apunta Gámez.

Hay que considerar las opciones, desde el TransFunding hasta el mecenazgo, pasando por una mayor implicación del usuario final en el proyecto, antes de que el producto salga al mercado. En ese sentido hay muchas posibilidades, pero hasta el momento también muchas incógnitas por resolver ante este nuevo reto, cuyas consecuencias están todavía por verse.

Por el momento, los agentes literarios están a la espera de que uno de los personajes clave en internet “mueva ficha”. Hablamos ni más ni menos que de Google Book, el gran precursor de la digitalización de contenidos. Es probable que las acciones que emprenda en este mercado emergente sirvan de referencia al resto.

El tema de la financiación es la prioridad en este momento. En el Foro de Cultura Libre se ha debatido este año acerca de la sostenibilidad de todas aquellas empresas que favorecen la cultura libre. La última apuesta en edición que está ahora sobre la mesa es la posibilidad de sacar una licencia global. Este sistema defiende que las operadoras de internet cobren un canon de tres euros, a partir del cual los usuarios puedan acceder libremente a contenidos en la red. La polémica reside en cómo se gestionaría ese canon, que cuenta con defensores y detractores. La SGAE estaría interesada en desarrollar esta posibilidad, ya que de alguna manera le permitiría sacar partido de un hábito de consumo que ya existe y que no controla. En ese sentido, los autores y artistas tendrían mucho que decir a la hora de dar un rumbo más equitativo a cualquiera de las propuestas. Ya que el objetivo sería convertir internet en un aliado real a la hora de promocionarse y de facilitar una mayor difusión que favorezca a su vez a los consumidores. Sea como sea, el debate está abierto y continúa.

Sobre el correcto uso de los términos

Los conceptos de ‘innovación’, ‘creatividad’ y ‘libre acceso al conocimiento’ en la era digital han transformado también el vocabulario con respecto a la distribución cultural. Cansados de un vocabulario que criminaliza todo acceso a la cultura que se desvincule de los canales tradicionales de difusión, los defensores de una cultura libre se preocupan por aclarar conceptos y llamar la atención a los periodistas y gente de a pie sobre un uso correcto de determinadas acepciones. De esta manera, organismos como la Exgae nos aconseja sustituir el uso inexacto de ‘propiedad intelectual’, ‘piratería’ y ‘archivo ilegal’ por ‘derechos de autoría’, ‘intercambio de archivos’ y ‘enlace a archivos con copyright restrictivo’. Para cambiar la realidad en el ámbito de la difusión cultural, sería necesario primero cambiar el vocabulario.

Propiedad intelectual y derechos de autor

Se tiende a confundir los significado de ‘propiedad intelectual’ y ‘derechos de autoría’ en pro de los beneficios empresariales. Los derechos de autoría nos remiten a una legislación diseñada para proteger y promover la autoría y el arte. Mientras que la propiedad intelectual representa los intereses de los titulares de derechos de autoría, patentes y marcas.

Piratería

Término utilizado para criminalizar la copia de información ya publicada, lo que ha generado una serie de leyes para prohibir parcial o totalmente la copia de información. También se usa esta acepción para referirse al intercambio entre iguales de información ya publicada.

Peer to peer

Estas redes permiten que una difusión y gestión diferente del conocimiento sea posible. Las redes P2P facilitan el intercambio directo de información, en cualquier formato, entre los ordenadores interconectados entre sí. Estos actúan como nodos que sirven simultáneamente tanto como clientes como servidores.

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