Premio Nobel de Medicina advierte del peligro de patentar la vida sintética

Por: www.abc.es

El británico John Sulston, Premio Nobel de Medicina 2002, advirtió hoy del peligro de patentar la vida sintética porque, a su juicio, otorgaría el monopolio de la ingeniería genética a Craig Venter, el creador de la primera célula artificial.

Durante un debate mantenido hoy en la Royal Society de Londres, en el que se cuestionó la conveniencia de patentar los descubrimientos científicos, Sulston sostuvo que las patentes impedirían a los expertos llevar a cabo importantes investigaciones a partir del hallazgo de Venter.

La sesión versó en torno al informe "Who owns Science?" ("¿Quién posee la ciencia?"), elaborado por el Institute Of Science, Ethics And Innovation de la Universidad de Manchester (norte de Inglaterra), que preside el científico británico.

Sulston y Venter ya protagonizaron un conflicto similar cuando en 2000 ambos compitieron por conseguir secuenciar el genoma humano.

Venter lideraba los esfuerzos del sector privado y defendía los derechos intelectuales del descubrimiento, mientras que Sulston, quien realizaba sus investigaciones con fondos gubernamentales y procedentes de donaciones, pretendía que la secuenciación del genoma fuera accesible a toda la comunidad científica de forma gratuita.

El enfrentamiento entre la iniciativa pública y la privada terminó hace diez años con la conclusión de que, "al tratarse del genoma humano, los datos debían ser de dominio público", explicó hoy Sulston.

Ambos científicos vuelven a enfrentarse ahora sobre la conveniencia de que la primera forma de vida creada en el laboratorio, la célula apodada "Synthia", sea patentada por sus creadores.

Según Sulston, de la Universidad de Manchester, la patente resultaría "extremadamente dañina", ya que el texto presentado para la protección intelectual de este descubrimiento "exige un precio desorbitado por el uso de los datos".

"Espero que estas patentes no sean aceptadas porque, de lo contrario, pondrían la ingeniería genética bajo el control del Instituto J. Craig Venter (JCVI). Ellos tendrían el monopolio de un amplio número de técnicas", explicó.

Ante ese argumento, un portavoz del JCVI, con sede en Maryland (EEUU), replicó que "hay muchas compañías y laboratorios académicos trabajando en distintos aspectos de la genómica o de la biología sintética".

"Muchos de ellos -continuó- protegen bajo patente algún aspecto de su trabajo, por lo que ninguna compañía ni centro académico va a tener el monopolio de nada".

El portavoz de Venter reiteró la idea que ya transmitió el científico estadounidense en una entrevista concedida este mes al diario británico "The Independent", en la que defendió la necesidad de una mayor regulación al respecto.

Según el informe "Who owns Science?" debatido hoy, se está produciendo un importante incremento del uso de patentes entre los investigadores.

Para Sulston, esta tendencia estaría impidiendo el desarrollo de investigaciones a partir de los nuevos descubrimientos que podrían redundar en beneficio de la salud de los más pobres.

"El problema ha empeorado desde que yo lo denunciara hace ya diez años", dijo Sulston, para quien, aunque es comúnmente aceptado que la propiedad intelectual de los descubrimientos promueve la innovación, "no hay pruebas de que esto sea así".

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Gallego
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Propiedad intelectual: materiales para un debate…

Angel Ferrero
La actualidad del debate sobre los derechos de propiedad intelectual es incuestionable. No es necesario acudir a la biblioteca ni a las hemerotecas para comprobar que en los últimos años se han incrementado en los medios de comunicación las noticias sobre los derechos de propiedad intelectual, o mejor dicho, con su presunta violación.
La presión de la industria cinematográfica, discográfica y del videojuego sobre los gobiernos europeos –y muy especialmente el español, no hace falta decirlo– ha llevado a un endurecimiento de la legislación que amenaza seriamente a la creación intelectual y la investigación académica. Los ejemplos de los obstáculos a los que se enfrentan periódicamente escritores, artistas e investigadores han sido bien documentados. En el Reino de España, como sabéis, la arbitrariedad de los inspectores de la SGAE ha alcanzado cotas absurdas.
Esta ofensiva se ha encontrado, empero, con la resistencia de creadores, consumidores y organizaciones ciudadanas: desde los recursos de apelación a las denuncias de la SGAE resueltos en contra de la entidad y a favor de los denunciantes hasta la creación de alternativas como el software libre o las licencias Creative Commons. La credibilidad de todas estas iniciativas está fuera de duda. Sólo mencionaré dos datos recientes, aunque la estimación de éstos sea siempre motivo de debate: el primero es que cerca del 30% de los internautas de todo el mundo utiliza ya Firefox como navegador, y el segundo, que el 21% de los alemanes utiliza OpenOffice, una suite ofimática de código abierto y distribución gratuita. [1] Dos utilidades que, como cualquier usuario sabe, son muy superiores a las de Microsoft. Todo esto también es conocido y no me extenderé en ello.
Lo que ya no son tan conocidos son, en mi opinión, los análisis de este debate desde una perspectiva socialista. Hay evidentemente razones que lo explican: desde una izquierda que ha perdido sus antiguos referentes políticos –el comunismo soviético, los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo y la socialdemocracia y sus centrales sindicales– y se encuentra en proceso de reconstrucción hasta el oligopolio de los medios de comunicación. Pero también los recelos, razonables, de los partidarios de estas ideas hacia una izquierda demasiado a menudo anclada en viejos esquemas.
No menos cierto es que estas distancias se han ido acortando en los últimos años: tomad como ejemplo a Richard Stallman. Más de 12.000 institutos del estado de Kerala (India), gobernado por el Frente Democrático de Izquierdas (una coalición de partidos comunistas y socialistas) ha abandonado ya totalmente Windows por sistemas Linux. El software libre avanza en los países del ALBA. Las licencias Creative Commons se utilizan en más de 50 países. Todo esto son avances significativos y apuntan a que la bibliografía sobre el tema no hará más que aumentar en los próximos años. La Asociación Internacional para el Estudio de los Comunes, creada por la politóloga norteamericana Elinor Ostrom, recientemente galardonada con el premio Nobel de Economía, ha reunido una biblioteca digital con 50.000 referencias relacionadas solamente con la tragedia de los comunes.
Esta tarea, por desgracia, muchas veces nos sobrepasa a quienes en un momento u otro nos hemos dedicado a reflexionar sobre esta cuestión. Nuestra precariedad económica y académica no nos ayuda a abordar un tema verdaderamente complejo. Para empezar, el estatuto ontológico de la obra de arte (qué es y qué no es una obra de arte) así como su valor económico son aún hoy motivo de debate. No entraré aquí en esta cuestión, porque no dispongo de tiempo ni me siento calificado para ello. Si alguien está interesado puede echar un vistazo a Hacia una crítica de la economía política del arte (Madrid, Plaza y Valdés, 2008) donde se trata, entre otras, esta cuestión.
Hoy trataré de señalar dos aspectos que considero relevantes del debate. El primero es refutar la aparente novedad de esta polémica. Y digo “aparente” porque dista de ser nueva: a muchos investigadores (lo podéis comprobar en los artículos de Peter Linebaugh reproducidos en Sin Permiso, por ejemplo) no les ha pasado desapercibido que esta forma de expropiación capitalista tiene semejanzas con las Bills for Inclosures of commons (Ley de cercado de tierras comunales) del Reino Unido en el siglo XVI, descritas por Karl Marx en el vigésimo-séptimo capítulo de El Capital y que también tuvo lugar, con otras velocidades, en Alemania (Allmende), Francia (communaux)y España (ejidos). Estas expropiaciones fueron en palabras de Marx «decretos por los cuales los señores feudales se regalan a sí mismos las tierras del pueblo como propiedad privada» y «un golpe de estado parlamentario para transformarlas [las propiedades comunales] en propiedad privada.» De esta cuestión ha hablado Antoni Domènech en un artículo titulado “Dominación, derecho, propiedad y economía política popular”, que también podéis encontrar en Sin Permiso.
Nada de esto debería ser nuevo para un socialista, pero la situación de la izquierda que antes he mencionado nos conduce a esta falsa percepción y explica, como ha señalado Silvia Federici, la popularidad de las teorías autonomistas y su vocabulario entre una generación de activistas jóvenes con formación superior y trabajos precarios en las diferentes ramas de la industria cultural o la industria de la producción del conocimiento:
«Los marxistas autonomistas creen que este desarrollo [de las fuerzas productivas] está creando una nueva forma de “common” o bienes comunes, pues les parece de todo punto posible que el trabajo inmaterial represente un salto hacia adelante en la socialización y homogeneización del trabajo. La idea es que se habrían borrado las otrora decisivas diferencias entre distintas formas de trabajo (trabajo productivo/reproductivo, trabajo en la industria/agricultura, trabajo de cuidado), porque todas ellas (como tendencia) resultarían asimiladas en la medida en que comienzan a incorporar trabajo cognitivo. Y más aún, todas las actividades que de manera creciente se incorporan al desarrollo capitalista contribuyen al proceso de acumulación, y la sociedad se convierte en una inmensa fábrica. Es así que, por ejemplo, se esfuma la distinción entre trabajo productivo e improductivo. Y esto significa que el capitalismo no solo nos conduciría más allá del trabajo, sino que estaría sentando las bases mismas para convertir nuestra experiencia de trabajo en algo “común” ahí donde las divisiones comienzan a desmoronarse.
»Es relativamente simple averiguar por qué esas teorías se han hecho populares. Contienen elementos utópicos especialmente atractivos para los trabajadores cognitivos, el “cognitariado” como lo denominan Negri y otros activistas italianos. Con la nueva teoría aparece un nuevo vocabulario. “Cognitariado”, en vez de proletariado. En vez de clase obrera, “multitud”, probablemente porque el concepto de multitud expresa la unidad creada por la nueva socialización del trabajo, la comunalización del proceso de trabajo, la idea de que dentro del proceso de trabajo los trabajadores son cada día más homogéneos, pues todas las formas de trabajo incorporan trabajo cognitivo, computacional, comunicacional y así sucesivamente.
»Como he dicho, esta teoría alcanzó un alto grado de popularidad porque hay una generación de activistas jóvenes -con varios años de formación y postgrados- que ahora están empleados en trabajos precarios en las distintas ramas de la industria cultural o en la industria de producción de conocimiento. Y entre ellos esas teorías son muy populares, porque les sugieren que a pesar de la miseria y explotación que experimentan, sin embargo nos movemos hacia un nivel más alto de producción y de relaciones sociales.» [2]
El propio Karl Marx –si queremos remontarnos a los orígenes– escribió en 1842 una serie de artículos sobre los debates de la Dieta Renana cuando se debatía la aprobación de una ley sobre el hurto de leña y que no buscaba sino la liquidación del derecho consuetudinario. De este debate ha escrito Daniel Bensaïd que tiene hoy una extraña actualidad porque plantea el problema que hoy abordamos, a saber: el de la distinción entre una relación social y su interpretación jurídica:

«¿Es posible privatizar una idea, teniendo en cuenta que en el fondo un programa informático no es más que un elemento de la lógica aplicada, es decir, una parcela de trabajo intelectual muerto acumulado? […] La socialización del trabajo intelectual comienza desde la práctica de lenguaje, el cual constituye, indiscutiblemente y hasta que se demuestre lo contrario, un bien común de la humanidad no privatizable. […] Estos rompecabezas filosófico-jurídicos son fruto de las contradicciones, cada vez más explosivas, entre la socialización del trabajo intelectual y la apropiación privada de ideas, por una parte; entre el trabajo abstracto, cuyo sostén es la medida mercantil, y el trabajo concreto difícilmente cuantificable que desempeña un rol creciente en el proceso de trabajo complejo, por otra parte.» [3]

Esta reducción al absurdo que hace Bensaïd apunta a la línea de flotación del debate, que es la dificultad de atribuir la autoría de una obra intelectual a partir de la causalidad y del principio de apropiación original. Como sabéis, éste es uno de los argumentos favoritos de los defensores de la propiedad intelectual: si uno “mezcla” el trabajo propio con un recurso sin propietario se convierte en su propietario legítimo. Ahora bien, como sabemos por la historia, este “sin propietario” fue en realidad “propiedad común” o incluso en algunos casos “propiedad de la humanidad”. Y eso es lo que vivimos hoy en el terreno de la propiedad intelectual: una forma de acumulación por desposesión, por utilizar la expresión del geógrafo y teórico social estadounidense David Harvey.
Como además existen las más variadas formas de alienar este derecho (rara vez los creadores controlan su obra, que han de vender a las empresas que controlan los canales de difusión) y además la propiedad privada es una forma de monopolio, el propietario de una obra de arte puede excluirla de los museos públicos e incluso destruirla. No otra cosa hicieron los hermanos Chapmann en el 2003. Estos artistas británicos adquirieron 83 grabados de Los desastres de la guerra de Goya procedentes de una tirada única que se hizo en 1937 en beneficio de la República española y pintaron encima, haciéndolos irrecuperables. Legalmente nada se lo impedía: ya el jurista inglés William Blackstone definió la propiedad privada en el siglo XVIII como «dominio exclusivo y despótico que un hombre reivindica y ejerce sobre las cosas externas del mundo, con la exclusión total del derecho de cualquier otro individuo en el universo.» («that sole and despotic dominion which one man claims and exercises over the external things of the world, in total exclusion of the right of any other individual in the universe.») Esta definición continua siendo todavía hoy el fundamento en materia de jurisprudencia sobre propiedad intelectual.
Pero incluso existiendo la voluntad de algunos de los propietarios, pueden encontrarse con unas situaciones que Michael Heller ha calificado de “tragedia de los anti-comunes”, por oposición a la “tragedia de los comunes” de Garret Hardin. Según Hardin, que publicó por vez primera su teoría en 1968 en la revista Science, los recursos naturales compartidos o poseídos en común terminan por ser pasto de la sobreexplotación y el deterioro ya que, al no ser propiedad de nadie en concreto, nadie tiene ninguna razón (o "incentivo") para su conservación. Sin embargo, «en ocasiones se crean demasiados propietarios individuales de un solo recurso. Cada uno puede bloquear el uso a los demás. Si la cooperación fracasa, nadie puede utilizar el recurso. Todo el mundo pierde. Considérese el ejemplo de un hermano y una hermana que heredan la casa familiar. [...] Uno quiere alquilar la casa, el otro echarla a tierra. Si no pueden alcanzar un acuerdo, ninguno de los dos puede empezar a tomar acciones. La casa se queda vacía. Se ha llegado a un punto muerto (gridlock). Ahora imagínense la misma situación pero con veinte o doscientos propietarios. Si cualquiera de ellos bloquea a los demás, la propiedad se echa a perder. Ésa es una forma de bloqueo a gran escala: una tragedia de los anti-comunes oculta.» [4]
Pero si dejamos por un momento a los hijos pródigos discutiendo sobre qué uso dar al hogar paterno y acudimos a los libros de historia, nos damos cuenta de las proporciones que puede llegar a alcanzar el problema. Sirva esta pequeña historia, también de Heller, como ilustración:
«Durante la Edad Media, el Rin era una gran ruta comercial europea protegida por el emperador del Sacro Imperio. Los barcos mercantiles pagaban un modesto peaje por su protección durante el recorrido. Pero después de que el imperio se debilitase durante el siglo XIII, algunos barones alemanes construyeron por su propia cuenta castillos a lo largo del Rin y comenzaron a recaudar sus propios peajes de manera ilegal. El acoso cada vez mayor de las cabinas de peaje de los “barones del robo” hizo la navegación fluvial impracticable. El río continuó fluyendo, pero ningún barquero se preocupó más por hacer el viaje.
»Hoy, cientos de estos castillos en ruinas se han convertido en una hermosa destinación turística. Están tan cerca los unos de los otros que se puede ir fácilmente en bicicleta de uno al otro. Pero durante cientos de años todo el mundo padeció su existencia, incluidos los barones. El pastel de la economía europea se encogió. La riqueza desapareció. Demasiados peajes supusieron demasiado poco comercio. Para entender el bloqueo, sólo tenemos que actualizar esta imagen.» [5]
(No por otra razón en la Guerra Campesina en Alemania (1521-1526) los ejércitos campesinos incendiaron y destruyeron los castillos de los nobles en Turingia, Eichsfeld, Harz, en los ducados de Sajonia, Hesse y Fulda, en la Alta Franconia y Vogtland y, cuando se redactaron los Doce artículos que recogían las principales demandas de los campesinos, se incluyeron en ellos la abolición del vasallaje, la caza y pesca libre, el retorno de los bosques comunales, la reducción de las penas de trabajo, el respeto hacia el derecho consuetudinario, multas justas en vez de las antiguas multas arbitrarias y el retorno de las tierras comunales expropiadas por los nobles. Este latrocinio sin embargo hubo de durar hasta mediados del siglo XIX, cuando el ferrocarril desplazó al comercio fluvial y las potencias europeas se vieron obligadas a levantar las barreras comerciales so pena de encorsetar el crecimiento económico de sus naciones. De fabula te narratur.)
Además, el razonamiento de la “tragedia de los comunes” –que poco sorprendentemente se convirtió en el preferido de buena parte de los partidarios de las políticas de privatización– puede ponerse completamente cabeza abajo, como hizo G.A. Cohen, pues nada nos impide pensar que la tierra, en lugar de no ser propiedad de nadie, sea propiedad de todos, y que todos, en consecuencia, somos responsables de ella. Y quien dice la tierra, dice el conocimiento. El sociólogo norteamericano Howard Becker ha hablado de “redes cooperativas”, sin las cuales una obra de arte no puede llegar a tener lugar:
«Para que una orquesta sinfónica dé un concierto, por ejemplo, los instrumentos han de ser inventados, manufacturados y conservados, la notación tiene que ser concebida y la música compuesta usando esa notación, hay gente que ha aprendido a leer esa notación para tocar los instrumentos, tiempo y lugar para los ensayos ha de ser proporcionado, los anuncios y la publicidad del concierto ha de ser organizada y las entradas vendidas, y una audiencia de alguna forma capaz de entender y dar respuesta a la actuación ha de ser movilizada.» [6]
Con todo, el ejemplo de Becker no es en mi opinión preciso y se presta a objeciones. Se puede argumentar, por ejemplo, que el peso de los componentes de la red no es cabalmente el mismo. Si se destruyeran los instrumentos o la sala de conciertos para interpretar la partitura, los instrumentos o la sala de conciertos siempre se podrían reconstruir, pero no sucedería lo mismo si en vez de los instrumentos y la sala de conciertos se destruyera la partitura: son únicas e irrepetibles.
Esto nos lleva al segundo punto que quería tratar: el de la reproducibilidad técnica de la obra de arte. Aquí no podemos más que expresar nuestra enorme deuda hacia la obra de Walter Benjamin. La obra de arte, decía Benjamin, siempre ha sido reproducible. No sólo han existido copistas desde tiempos inmemoriales, sino que la producción artística ha ido cayendo desde hace siglos en el campo de la socialización y división del trabajo que caracteriza a la industria moderna.
En la Ideología alemana Marx y Engels nos informan de los talleres pictóricos y de la producción industrial de novelas en el París del II Imperio, y en el muchísimo más conocido Manifiesto comunista, de cómo la burguesía ha ahogado las ilusiones románticas «en las heladas aguas del cálculo egoísta.» Pensad por un momento en la vieja idea del genio creador: yo me formé en una facultad de ciencias de la comunicación y sé de buena tinta que un guión para cine o para televisión puede llegar a pasar habitualmente por las manos de hasta doce personas, cuando no se redactan directamente en equipo en arreglo a un plan y en colaboración con el resto de departamentos de producción.
Los nuevos medios de reproducibilidad técnica como la fotografía o el cine supusieron un cambio sustancial en las relaciones sociales vinculadas al mercado artístico, al permitir la reproducción virtualmente ilimitada de una obra de arte. El carácter único e irrepetible de la obra de arte quedaba atrás para siempre más: ya no hacía falta desplazarse al museo ni depender de copias imperfectas. El aura de la obra de arte, como la llamaba Benjamin, su hic et nunc (aquí y ahora), se perdía, pero lo que se perdía se ganaba en la democratización del arte. La reproducibilidad del arte sólo podía estar en el campo del progreso, del socialismo.
La conclusión de La obra de arte en la era de su reproducibilidad técnica –de la que se cumple por cierto su 75º aniversario– puede parecernos hoy ingenua. A mí me parece una acusación injusta. Benjamin no pudo ver cómo el hundimiento de la izquierda ha conducido a que el potencial democratizador de la fotografía, el cine o la televisión ha sido limitado debido al control capitalista de los medios de comunicación. Un ejemplo claro es la fotografía artística (y ahora también la de prensa): se positiva un número de copias determinado antes de destruir el negativo para evitar su reproducción ulterior y asegurar así su valorización en el mercado.
Pero el tiempo parece que devuelve al texto de Benjamin –como al de Marx que cité antes– su justa validez. La revolución informática y las nuevas tecnologías digitales de la información van incluso más lejos, ya que permiten enviar archivos digitalizados a usuarios que se encuentran en puntos distantes del planeta de manera rápida y relativamente barata, hacer indistinguible en una obra creada digitalmente cualquier diferencia entre un original y su copia e incluso eliminar las fronteras entre creador y receptor, permitiendo que incluso diversos usuarios trabajen simultáneamente en un mismo objeto (pensad en Wikipedia). Benjamin creyó ver estos avances en la prensa soviética de su época y en El autor como productor, una conferencia leída en 1934 en el Instituto para el Estudio del Fascismo, dijo:
«en la medida en que la literatura gana en amplitud lo que pierde en profundidad, la distinción entre autor y público, que la prensa burguesa mantiene de manera convencional, comienza a desaparecer en la prensa soviética. La persona que lee está lista en todo momento para volverse una persona que escribe, es decir, que describe o que prescribe. […] La competencia literaria no descansa ya en una educación especializada sino en una formación politécnica: se vuelve un bien común. […] en el caso de la prensa, de la prensa soviética al menos, es posible reconocer que aquel inmenso proceso de fusión del que hablaba hace un momento, no sólo pasa por sobre las separaciones convencionales entre géneros, entre escritor y poeta, entre investigador y vulgarizador, sino que somete a revisión incluso la separación entre autor y lector.» [7]
Las posibilidades creativas y científicas son, no hace falta decirlo, enormes. Incluso las empresas ya se están dando cuenta de ello y sacando partido: en el 2007 la industria china de la motocicleta, basada en pequeños y medianos talleres mecánicos, consiguió hundir la cuota de mercado de las grandes marcas japonesas hasta un 30% gracias a que compartían entre sí la información de todo el proceso de producción. [8] Podéis encontrar ejemplos similares en la mayoría de ramos de la industria, no sólo en las industrias culturales.
Termino. No he querido extenderme con los ejemplos. Podéis encontrarlos a cientos en Internet. Tampoco he entrado en cuestiones técnicas legales, la mayoría de las cuales escapan a mi conocimiento. Me he limitado a hablar de la propiedad intelectual en relación a la producción intelectual en un sentido muy amplio de este término, pero la misma lógica la podéis encontrar en las patentes industriales, farmacéuticas y biotecnológicas con consecuencias mucho más dramáticas: el descubrimiento de una cura efectiva contra el Alzheimer, por ejemplo, está actualmente bloqueado por 50 propietarios de patentes farmacéuticas.
Todos estos problemas no se resolverán hasta que todas estas reivindicaciones se eleven a una instancia política. No conviene llamarse a engaño: nadie quiere ser el último romántico que entrega toda su obra al dominio público mientras el resto obtiene beneficios. Hace falta tener las herramientas analíticas adecuadas y la tradición socialista nos la proporciona. Hay que evitar a toda costa, como ha advertido Lawrence Liang, de que el debate en torno a los derechos de autor se gentrifique y desarrolle una jerga alejada de otras luchas contra otros movimientos de acumulación y concentración de capital que buscan la extensión de la propiedad privada a nuevos terrenos, con las que está vinculado. [9] Para todo ello hace falta convencer a las fuerzas de izquierda de que cambien gradualmente la legislación e incentiven las formas de cooperación intelectual. Sólo así se podrá detener aquel «golpe de estado parlamentario» del que hablaba ya Marx en 1867.

Científicos crean "célula artificial"

BBC Ciencia

Científicos en Estados Unidos crearon lo que dicen es la primera célula controlada por un genoma sintético.

Según los investigadores, éste es el primer paso hacia la creación de vida artificial y algún día se podrían crear bacterias para, por ejemplo, producir combustibles o ayudar a absorber gases contaminantes y resolver otros problemas ambientales.

Los científicos del Instituto J. Craig Venter, que ya habían creado el genoma sintético de una bacteria, ahora lograron trasplantarlo a otra y producir lo que dicen es una célula artificial.

¿Qué supondrá la vida artificial?

Esta célula "programada" por su cromosoma sintético comenzó a replicarse y a producir una nueva serie de proteínas, expresan los investigadores en la revista Science.

"Hito"

Aunque algunos expertos describen el avance como un "hito en la historia de la biología y biotecnología", todavía, dicen, no se puede hablar de una forma de vida "verdaderamente artificial" porque el genoma sintético fue colocado en una célula natural.

Expertos en bioética opinan

"Ésta es la primera célula sintética que ha sido creada", afirma el profesor Craig Venter, quien dirigió la investigación.

"Y la llamamos sintética porque la célula se deriva totalmente de un cromosoma artificial, creado con cuatro botellas de compuestos químicos, un sintetizador químico y con información inicial de una computadora".

"Esto puede ser una herramienta poderosa para tratar de diseñar lo que queremos en biología. Tenemos una amplia variedad de aplicaciones en mente" señala el científico.

Hace más de una década el profesor Venter y su equipo comenzaron su proyecto para la creación de vida en el laboratorio determinando cuál era la información mínima necesaria para que un microbio pudiera existir.

La teoría era que a esa información se le podrían agregar genes capaces de convertir a ese microbio en una "fábrica" productora de compuestos útiles, como combustibles, fármacos y otras sustancias.

En 2007 los científicos informaron que habían logrado transferir el genoma natural de una bacteria, Mycoplasma mycoides, a otra bacteria, Mycoplasma capricolum, tomando el control de su funcionamiento celular.

Un año después, el equipo informó que había logrado crear un cromosoma sintético de la Mycoplasma mycoides utilizando bloques de material genético.

Ahora, los científicos combinaron ambos avances tomando el genoma sintético de la M. mycoides añadiéndole secuencias de ADN que sirvieran como "marcas" para distinguirlo del genoma natural.

¿Cuál cree que será el impacto de crear vida artificial?

Compuestos útiles

Los científicos insertaron secuencias cortas de ADN en levadura para modificar el genoma de la bacteria, posteriormente transfirieron cadenas medianas de ADN a una bacteria E. coli que nuevamente fueron insertadas en la levadura.

Eventualmente lograron producir un genoma con más de un millón de pares de bases de ADN.

El paso siguiente de los investigadores fue trasplantar el genoma sintético de la M. mycoides a la M. capricolum.

El nuevo genoma, dicen los científicos, "puso en marcha" a las células recipientes. Y aunque 14 genes fueron eliminados o interrumpidos en la M. mycoides, ésta siguió siendo una bacteria normal y produciendo solo proteínas de M. mycoides.

En el laboratorio los científicos pudieron comprobarlo cuando apareció una colonia azul de bacterias que comenzó a reproducirse en la placa.

Cuando secuenciaron el ADN de la colonia confirmaron que la bacteria tenía el genoma sintético y que estaba produciendo proteínas de la M. mycoides y no de la M. capricolum.

"Fue claro que habíamos logrado transformar una célula en otra" expresa el profesor Venter.

"Pensamos que es un paso importante, tanto científica como filosóficamente. Ciertamente ha cambiado mi visión de la definición de lo que es vida y de cómo funciona la vida", agrega.

Otros expertos afirman sin embargo que aunque el avance es muy importante todavía es muy pronto para hablar de "vida artificial".

"Es un logro ciertamente asombroso" dice el doctor Anthony Forster, biólogo molecular de la Universidad de Vanderbilt, en Tennessee, Estados Unidos.

Pero subraya que "esta investigación ciertamente no creó una forma de vida verdaderamente sintética, porque el genoma sintético fue colocado en una célula que ya existía".

De cualquier forma, Craig Venter está ahora un poco más cerca de su objetivo final: la creación de microorganismos diseñados específicamente para producir compuestos útiles para la humanidad, como combustibles limpios como hidrógeno, sustancias absorbentes de gases de efecto invernadero, compuestos para purificar el agua y hasta limpiar derrames de petróleo.

Guías de uso de OpenOffice.org

klomiz

El Cenatic viene publicando una serie de fascículos a modo de guía para los programas libres más populares. En estas tres guías, se nos guiará de manera sencilla y ordenada para utilizar las aplicaciones de OpenOffice.org, como Writer, Calc, Impress, Draw o Base.

Para mayor información dirigirse a:

http://www.pillateunlinux.com/pillateunlinux/guias-de-uso-de-openoffice-org/

Lo que no se dice de la crisis

Por Vicenç Navarro-Público
La crisis que están viviendo algunos países mediterráneos –Grecia, Portugal y España– e Irlanda se está atribuyendo a su excesivo gasto público, que se supone ha creado un elevado déficit y una exuberante deuda pública, escollos que dificultan seriamente su recuperación económica. De ahí las recetas que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo (BCE) y el Consejo Europeo han estado imponiendo a aquellos países: hay que apretarse el cinturón y reducir el déficit y la deuda pública de una manera radical.
Es sorprendente que esta explicación haya alcanzado la dimensión de dogma, que se reproduce a base de fe (el omnipresente dogma liberal) y no a partir de una evidencia empírica. En realidad, ésta muestra lo profundamente errónea que es tal explicación de la crisis. Veamos los datos.
Todos estos países tienen los gastos públicos (incluyendo el gasto público social) más bajos de la UE-15, el grupo de países más ricos de la Unión Europea, al cual pertenecen. Mírese como se mire (bien gasto público como porcentaje del PIB; bien como gasto público per cápita; bien como porcentaje de la población adulta trabajando en el sector público), todos estos países están a la cola de la UE-15. Su sector público está subdesarrollado. Sus estados del bienestar, por ejemplo, están entre los menos desarrollados en la UE-15.
Una causa de esta pobreza del sector público es que, desde la Segunda Guerra Mundial, estos países han estado gobernados la mayoría del periodo por partidos profundamente conservadores, en Estados con escasa sensibilidad social. Todos ellos tienen unos sistemas de recaudación de impuestos escasamente progresivos, con carga fiscal menor que el promedio de la UE-15 y con un enorme fraude fiscal (que oscila entre un 20 y un 25% de su PIB). Son Estados que, además de tener escasa sensibilidad social, tienen escaso efecto redistributivo, por lo que son los que tienen mayores desigualdades de renta en la UE-15, desigualdades que se han acentuado a partir de políticas liberales llevadas a cabo por sus gobiernos. Como consecuencia, la capacidad adquisitiva de las clases populares se ha reducido notablemente, creando una economía basada en el crédito que, al colapsarse, ha provocado un enorme problema de escasez de demanda, causa de la recesión económica.
Es este tipo de Estado el que explica que, a pesar de que su deuda pública no sea descomunal (como erróneamente se presenta el caso de Grecia en los medios, cuya deuda es semejante al promedio de los países de la OCDE), surjan dudas de que tales Estados puedan llegar a pagar su deuda, consecuencia de su limitada capacidad recaudatoria. Su déficit se debe, no al aumento excesivo del gasto público, sino a la disminución de los ingresos al Estado, resultado de la disminución de la actividad económica y su probada ineficacia en conseguir un aumento de los ingresos al Estado, debido a la resistencia de los poderes económicos y financieros.
Por otra parte, la falta de crédito se debe al excesivo poder del capital financiero y su influencia en la Unión Europea y sus Estados miembros. Fue la banca la que, con sus comportamientos especulativos, fue creando burbujas que, al estallar, han generado los enormes problemas de falta de crédito. Y ahora están creando una nueva burbuja: la de la deuda pública. Su excesiva influencia sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (este último mero instrumento de la banca) explica las enormes ayudas a los banqueros y accionistas, que están generando enormes beneficios. Consiguen abundante dinero del BCE a bajísimos intereses (1%), con el que compran bonos públicos que les dan una rentabilidad de hasta un 7% y un 10%, ayudados por sus agencias de calificación (que tienen nula credibilidad, al haber definido a varios bancos como entidades con elevada salud financiera días antes de que colapsaran), que valoran negativamente los bonos públicos para conseguir mayores intereses. Añádase a ello los hedge funds, fondos de alto riesgo, que están especulando para que colapse el euro y que tienen su base en Europa, en el centro financiero de Londres, la City, llamada el “Wall Street Guantánamo”, porque su falta de supervisión pública es incluso menor (que ya es mucho decir) que la que se da en el centro financiero de EEUU.
Como bien ha dicho Joseph Stiglitz, con todos los fondos gastados para ayudar a los banqueros y accionistas se podrían haber creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito que estamos experimentando (ver mi artículo “¿Por qué no banca pública?”, en www.vnavarro.org).
En realidad, es necesario y urgente que se reduzca el sobredimensionado sector financiero en el mundo, pues su excesivo desarrollo está dañando la economía real. Mientras la banca está pidiendo a las clases popular es que se “aprieten el cinturón”, tales instituciones ni siquiera tienen cinturón. Dos años después de haber causado la crisis, todavía permanecen con la misma falta de control y regulación que causó la Gran Recesión.
El mayor problema hoy en la UE no es el elevado déficit o deuda (como dice la banca), sino el escaso crecimiento económico y el aumento del desempleo. Ello exige políticas de estímulo económico y crecimiento de empleo en toda la UE (y muy especialmente en los países citados en este artículo). No ha habido una crisis de las proporciones actuales en el siglo XX sin que haya habido un crecimiento notable del gasto público y de la deuda pública, que se ha ido amortizando a lo largo de los años a base de crecimiento económico. EEUU pagó su deuda, que le permitió salir de la Gran Depresión, en 30 años de crecimiento. El mayor obstáculo para que ello ocurra en la UE es el dominio del pensamiento liberal en el establishment político y mediático europeo, imponiendo políticas que serán ineficientes, además de innecesarias. Y todo para asegurar los beneficios de la banca. Así de claro.

Software Libre para la TV Digital Interactiva

El Argentino

Investigadores argentinos junto a sus pares de Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela y Paraguay avanzan en la creación de una red latinoamericana de desarrollado de Software Libre para la TV Digital Interactiva.

En el marco del Foro Internacional de TVD realizado la semana pasada en Buenos Aires se llevó a cabo un encuentro de trabajo entre miembros de grupos de investigación universitaria y de centros científico-tecnológicos de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela y Paraguay. Fruto de este espacio de trabajo sus miembros firmaron un acuerdo de colaboración tendiente a conformar una Red Latinoamericana de Cooperación en Investigación, Desarrollo y Formación en el área de Software para la TV Digital Interactiva.

La primeras actividades de la red serán la realización en el mes de octubre del Workshop WTVDI en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil, un curso para formación de formadores y una escuela Latinoamericana en lugar y fecha a designar entre enero y marzo de 2011.

Este acuerdo surge con la convicción de que la colaboración entre las instituciones académicas y científicas de la región es un elemento de importancia estratégica para el avance de la tecnología y la creación de nuevos y originales conocimientos, que harán posible el desarrollo de la TV Digital en Latinoamérica. Al conformar esta red Universitaria de colaboración se busca facilitar la apropiación y el avance de los conocimientos y tecnologías fundamentales relacionadas con el Software para la TV Digital posibilitando la creación de una base común de capacidades de investigación y desarrollo en América Latina, estimulando para ello la utilización de Software Libre

Cabe destacar que Argentina adoptó como middware para la TV Digital a Ginga un desarrollo nacido en el laboratorio de investigación de Telemidia de la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro que se libero como Software Libre la cual fue tomada y mejorada por el laboratorio LIFIA de la UNLP en el marco de las acciones del Sistema Argentino de TV Digital Terrestre, con financiameinto del Ministerio de Planificación Federal. En paralelo a estos acuerdos de colaboración regional se ha conformado una comunidad de desarrolladores Ginga que auspiciada por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial y con apoyos de otras comunidades similares de América Latina busca potenciar el desarrollo y la difusión local del mencionado middware.