Acceso libre a 17 telescopios robóticos a través de la red


El Mundo.es


Una red mundial de telescopios robóticos, a los que se accede gratuitamente a través de Internet y permite a cualquier ciudadano conectarse y compartir tiempo de observación, va a ser desarrollada en el marco de un proyecto europeo de ciencia ciudadana que acaba de arrancar en la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid (FIUPM).

El proyecto europeo se llama Gloria (GLObal Robotic telescopes Intelligent Array for e-Science) y será una herramienta para que cualquiera que quiera investigar Astronomía lo pueda hacer, bien usando los telescopios robóticos, bien analizando datos astronómicos disponibles en bases de datos públicas, de Gloria o de otras entidades. La duración de Gloria será de tres años y tiene un presupuesto de 2,5 millones de euros.

El proyecto europeo está inspirado en la experiencia del Observatorio Astronómico de Montegancedo, ubicado en la citada Facultad. Es el primer observatorio astronómico del mundo de acceso libre y gratuito que se controla remotamente mediante un software denominado Ciclope Astro, mantenido por el grupo Ciclope de la FIUPM, y que será utilizado por la red mundial de telescopios robotizados.

Ciclope Astro proporciona una serie de herramientas para experimentos astronómicos, creación de escenarios y control de telescopios, cámaras y cúpulas de forma remota, y permite a cualquier internauta acceder desde su casa al observatorio para vivir diferentes experiencias astronómicas.

El director del Observatorio Astronómico de Montegancedo, el profesor Francisco Sánchez, es el coordinador de este proyecto europeo, en el que participan 13 socios de Rusia, Chile, Irlanda, Reino Unido, Italia, Chequia, Polonia y España. La semana pasada, los socios se han reunido durante tres días en la Facultad para planificar el desarrollo del proyecto.

17 telescopios en red

Una red inicial de 17 telescopios será la semilla inicial de Gloria, que ofrecerá acceso gratuito vía Web 2.0 a los internautas de todo el mundo. El primero de estos telescopios robóticos estará disponible para la Red en el plazo de un año, informa Europa Press.

Todos los telescopios robotizados compartirán el mismo software, mantenido por los miembros del proyecto Gloria. El acceso vía Internet a los telescopios está basado en el mismo software Ciclope Astro que controla el Observatorio Astronómico de Montegancedo.

Además de los 17 telescopios, se desarrollarán asimismo a lo largo del proyecto dos experimentos de usuarios, coordinados por la universidad de Oxford, creadores de Galaxy Zoo, una iniciativa online que invita a sus miembros a clasificar alrededor de un millón de galaxias.

Gloria organizará asimismo actividades escolares alrededor de la retransmisión de eventos astronómicos para atraer la atención de nuevos usuarios. Para ello se patrocinarán las cuatro próximas misiones de la televisión de Internet Sky Live.

El proyecto Gloria se propone aglutinar a personas de todo el mundo interesadas en la astronomía con la finalidad de aprovechar su inteligencia colectiva y potenciar su participación en la investigación astronómica, a partir de los análisis de datos y de las observaciones astronómicas.

Promoción de la ciencia 'ciudadana'

La gestión de uso de los telescopios se desarrollará mediante la técnica del 'karma', que define una reputación o valoración. Este método, que ya tiene una experiencia exitosa en los sitios web 2.0, distribuye automáticamente los tiempos de observación a los usuarios más destacados, según el criterio de los usuarios de la red.

Gloria se convertirá así en una red para ciencia ciudadana, capaz de incrementar la calidad de la investigación a través de las redes y de infraestructuras electrónicas abiertas. Durante el proyecto, una fundación será creada para la conservar la documentación y el software libre que se genere. La fundación servirá asimismo para que la comunidad de internautas interesados pueda mantenerse y seguir creciendo una vez terminado el proyecto Gloria.

Gloria se propone llegar a cualquier ciudadano interesado en temas astronómicos, como escolares y estudiantes, para que sin salir de casa puedan contemplar el universo, aprender más sobre astronomía y ser partícipes directos de una experiencia científica.

En la actualidad, los telescopios robóticos que formarán parte de la red son financieramente autónomos y su participación en el proyecto Gloria no generará costos adicionales, ha destacado la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid.

La cura para la economía

Joseph Stiglitz

La crisis económica iniciada en 2007 continúa; mientras tanto, una pregunta obvia ronda las cabezas de todos: ¿por qué? Si no logramos una mejor comprensión de las causas de la crisis no podremos implementar una estrategia eficaz de recuperación. Y por el momento no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Se nos dijo que fue una crisis financiera y que por eso los Gobiernos de ambos lados del Atlántico se concentraron en los bancos. Se nos aseguró, además, que los planes de estímulo eran un paliativo temporal necesario para pasar el mal momento, hasta que el sector financiero se recuperara y resurgiera el crédito privado. Pero mientras el sector bancario tiene otra vez su rentabilidad y sus bonus, el crédito no se ha recuperado, a pesar de que los tipos de interés a corto y largo plazo están en mínimos históricos.

Los bancos aseguran que lo que restringe el crédito es la falta de acreedores fiables, producto del mal estado de la economía. Y algunos datos clave indican que tienen razón, al menos en parte. Las grandes empresas atesoran unos cuantos billones de dólares en reservas de efectivo, o sea, que no es la falta de dinero lo que les impide invertir y tomar trabajadores. Pero para algunas empresas pequeñas, quizá para muchas, la situación es muy diferente: están tan necesitadas de fondos que no pueden crecer, y muchas se ven obligadas a menguar.

Sea como sea, la inversión empresarial en términos generales (sin contar la construcción) está otra vez en un 10% del PIB (antes de la crisis era del 10,6%). Con el excedente que hay en el sector inmobiliario, no es de esperar que la confianza vuelva pronto a los niveles de antes de la crisis (independientemente de las medidas que se tomen en relación con el sector bancario).

El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.

Pero la economía ya se encontraba muy mal antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no se hubiera inflado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió, en cambio, fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras que el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos. Así que todos los que hablan de un regresodel consumo (incluso después del desendeudamiento) viven en un mundo de fantasía.

Es cierto que para una recuperación económica era necesario poner en orden el sector financiero, pero esto no es suficiente. Para comprender las medidas que hay que tomar debemos entender los problemas que afectaban a la economía antes de la crisis.

En primer lugar, EE UU y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de los servicios.

El problema es similar al que se presentó a principios del siglo XX, cuando un rápido crecimiento de la productividad en el sector agrícola obligó a la mano de obra a mudarse de las áreas rurales a los centros fabriles urbanos. Con una caída de los ingresos agrícolas superior al 50% entre 1929 y 1932, era de esperar que se produjera una migración a gran escala. Pero los trabajadores quedaron atrapados en el sector rural porque no tenían recursos para trasladarse, y la caída de sus ingresos debilitó de tal modo la demanda agregada que el desempleo industrial y urbano se disparó.

La necesidad que tienen EE UU y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.

Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el segundo problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de EE UU y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.

El tercer y último problema que contribuye a la debilidad de la demanda agregada global es la masiva acumulación de reservas en divisa extranjera por parte de los mercados emergentes (que en parte es una reacción a los errores cometidos por el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro de EE UU en el manejo de la crisis asiática de 1997 y 1998). Al darse cuenta de que la falta de reservas los ponía en riesgo de perder la soberanía económica, muchos países se dijeron: “Nunca más”. Pero si bien la acumulación de reservas los protegió (acumulación que en las economías emergentes y en vías de desarrollo actualmente anda por los 7,6 billones de dólares), el dinero que se destina a reservas es dinero que no se gasta.

En cuanto a la solución de estos problemas subyacentes, ¿dónde nos encontramos? En relación con el primero, como los países que acumularon grandes reservas pudieron capear mejor la crisis económica, el incentivo a seguir acumulando aumenta todavía más. Paralelamente, los banqueros tienen otra vez sus bonus, pero los trabajadores ven cómo sus salarios pierden valor y sus horas de trabajo se reducen, lo que amplía la brecha de ingresos. Encima, EE UU no se ha librado de su dependencia del petróleo. Este verano [del hemisferio norte] el precio del petróleo volvió a subir por encima de los 100 dólares por barril (y todavía se mantiene alto), lo que significa una nueva transferencia de divisas a los países exportadores de petróleo. Mientras tanto, la transformación estructural de las economías avanzadas, necesaria para poder retirar mano de obra de los sectores industriales tradicionales, avanza muy lentamente.

El Estado es un actor protagonista en la financiación de los servicios que necesita la gente, por ejemplo, la educación y la atención de la salud. Y para restaurar la competitividad en Europa y EE UU, los programas de educación y formación con fondos estatales serán fundamentales. Pero a ambos lados del Atlántico se optó por la austeridad fiscal, con lo que prácticamente está garantizado que la transición de esas economías será lenta.

La receta para el mal que aqueja a la economía global se deduce inmediatamente a partir del diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas.

Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los votantes que los eligen) se darán cuenta de que es así, ya que, conforme las perspectivas de crecimiento sigan empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?

Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía y autor del libro Caída libre: Estados Unidos, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial.


El País, 9 octubre 2011

Argentina: Telefonía móvil y servicio público


Página 12

Se analiza en estos días en el Senado una iniciativa para declarar “servicio público” a la telefonía móvil y Martín Becerra aprovecha esa circunstancia para argumentar sobre el tema y aportar elementos que permiten apreciar la importancia del fenómeno en la actualidad.

En estos días el Senado de la Nación analiza en comisión la posibilidad de declarar “servicio público” a la telefonía móvil. Aunque expertos en derecho administrativo citados por el Senado no apoyaron la medida, es preciso contemplar esta iniciativa desde una perspectiva más amplia. La telefonía móvil es sinónimo de conexión perpetua para casi todas las personas adultas en nuestras sociedades. Esa circunstancia sobresaliente justifica considerar el servicio de telefonía más allá de la tradición administrativista.

El proyecto se basa en el reconocimiento de que hablar por teléfono, y en general conectarse en red, para la mayoría de los argentinos implica usar dispositivos móviles. No obstante, a diferencia de la telefonía fija, las redes móviles no están reguladas y por eso las tarifas y condiciones de prestación del servicio se ajustan más al lucro de las pocas empresas que participan del mercado, que a intereses y necesidades de los usuarios. Servicio público implica un Estado que regule precios, derechos de los consumidores (como la portabilidad numérica), tarifas sociales, el entorno de interconexión entre empresas y la calidad y continuidad de los servicios.

Con la misma lógica con la que el Estado decidió en los últimos dos años invertir en la diseminación de tecnologías desde una perspectiva inclusiva, mediante planes como Argentina Conectada y Conectar Igualdad, podría declararse como servicio público a la telefonía móvil para garantizar mejores condiciones para un servicio que desplazó al teléfono fijo y que en muchos casos opera incluso como relevo de otras tecnologías, más modernas.

La movilidad y ubicuidad son obvios rasgos diferenciales de la telefonía celular, pero hay otros igualmente importantes. Mientras que el teléfono fijo conserva su centenaria funcionalidad de comunicación bidireccional, el teléfono móvil es una central de entretenimientos y conexiones múltiples y, como dice Castells, perpetuas, que permite escuchar música y radio, intercambiar mensajes (de texto y multimedia) con varios destinatarios, jugar, ver televisión, procesar datos y conectarse en red.

Hija dilecta de la convergencia digital, la telefonía móvil es la tecnología informacional por excelencia en el país (casi 58 millones de líneas para 40 millones de habitantes). El uso de la telefonía móvil es testigo de grandes transformaciones que son, a la vez, tecnológicas y culturales: lo que hace 15 años era percibido como grotesco (hablar por teléfono en el colectivo, por ejemplo), hoy es totalmente aceptado.

Aún es prematuro diagnosticar en qué medida la telefonía móvil continuará mutando hasta difuminar el concepto mismo de telefonía o hasta replantear seriamente la singularidad de otras industrias (como la “radio”), que son integradas como una aplicación más del dispositivo.

La polifuncionalidad de la telefonía móvil se combina con la segmentación creciente del mercado de consumo. Económicamente, el mercado de telefonía móvil tiene tarifas desreguladas, lo cual es una rémora de las políticas neoliberales que regulan las telecomunicaciones en Argentina. Como ocurre con el gas, las clases medias y altas acceden al servicio de la telefonía fija con tarifas reguladas mientras que los sectores más pobres deben gestionar sus necesidades de comunicación telefónica sin la asistencia del Estado.

En telefonía móvil los consumidores pueden optar entre pagar un abono o hacerlo a través de tarjetas prepagas. Este tipo de consumo representa más del 70 por ciento del mercado de la telefonía móvil en la Argentina. Las tarjetas prepagas son mucho más caras para los usuarios, lo que constituye, nuevamente, un castigo para los usuarios de menores recursos.

Además, y como ocurre con otras redes de servicios convergentes (telefonía, televisión por cable, provisión de banda ancha para conexión a Internet), la propiedad del mercado de telefonía móvil está hiperconcentrado en tres empresas, lo cual genera preocupación de asociaciones de consumidores por el eventual abuso de posición dominante de los operadores. La preocupación no es únicamente tarifaria: la necesidad de evitar la discriminación de los servicios que consumen los usuarios de telefonía móvil por parte de los prestadores ya motivó que en otros países, como Holanda, se regulara la neutralidad de la red en telefonía inalámbrica. Este debate, abierto, resulta complementario con la iniciativa de declaración de la telefonía móvil como servicio público.

Martín Becerra es Doctor en Comunicación. Universidad Nacional de Quilmes/ Conicet.

RAE Sociedad Limitada

Libro de notas

Hace años que estoy suscrito al servicio “La palabra del día” proporcionado por http://www.elcastellano.org/, recibiendo en mi correo electrónico una reseña etimológica siempre curiosa, a la que vienen añadiéndose secciones como la traducción de un latinajo, alguna propina gramatical, etc. Con periodicidad casi diaria, Ricardo Soca remite desde su vivienda en Montevideo, Uruguay, esta postal del lenguaje a más de 200.000 direcciones, un servicio completamente gratuito para el suscriptor.

A más de ello, la página de Soca incluye muchas otras secciones, como un docto consultorio gramatical y una exhaustiva colección de referencias a noticias relacionadas con el mundo lingüístico en los países de habla hispana. Revelaré que, en más de una ocasión, han sido menciones halladas en la web del uruguayo las que me han puesto en la pista de alguna curiosidad del idioma que me permita justificar el folio largo que se vierte mensualmente en esta humilde columna que están ahora leyendo.

Ricardo Soca, periodista, es el propietario, artífice y colaborador único de esa página que lleva la friolera de 15 años (recuerde: usábamos módem a 19Kbps) difundiendo las glorias y sombras de su lengua nativa, en la que esto escribo, movido –hasta donde yo sé- únicamente por el amor a la misma, pues dudo de que la publicidad que aloja dé para mucho más que el coste de servidores y servicios.

Pero eso me da igual: si Soca se está enriqueciendo con la afluencia de visitantes a “La página del idioma español” y las ventas de sus libros y cursos que en ella publicita, mejor para él. Yo, y el común de los internautas, obtenemos de él un servicio y una fuente de información gratuita y fidedigna (que no es poco, y menos esto último). Sépase, en fin, que sus contenidos están considerados entre los más interesantes en este mundillo de quijotescos defensores virtuales del idioma y su labor mencionada, entre otros, por el Instituto Cervantes o la Fundeu.

El caso es que, el Sr. Soca recibió el otro día una comunicación algo petulante, donde un abogado al servicio del grupo editorial Planeta®, que afirma actuar “en nombre y representación de la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA®”, le insta a retirar una pieza de su página en la que, con sus propios medios, iba recopilando una comparativa entre las entradas del vigente Diccionario de la Real Academia Española© y las actualizaciones que esta misma institución viene adelantando orientadas a la próxima edición del infolio académico. O eso o que se atuviera a las consecuencias jurídicas derivadas de haber presuntamente contravenido la LSSI , el artículo 270 del Código Penal e incurrir en “Competencia Desleal” (sic) según la Ley 3/1991 (no aclara el jurista en base a qué apartado, ¿revelación de secretos?).

Estoy seguro de que, en caso de culminarse la amenaza, Soca podría esgrimir ante el tribunal el derecho a cita reconocido en el artículo 32.1 de la LSSI :

Es lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual,[…] siempre que se trate de obras ya divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico. Tal utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de investigación, en la medida justificada por el fin de esa incorporación e indicando la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada.

No estoy seguro, claro, de que el juez reconociera este derecho en la labor del uruguayo, y ciertamente éste se “olvidó” de incluir mención explícita a la fuente, tal vez suponiendo que quedaba meridianamente claro que se trataba de extractos del diccionario publicado “en abierto” en las páginas de www.rae.es©. En cualquier caso, nunca lo sabremos pues la sección correspondiente ha sido amputada de elcastellano.org ante el requerimiento antedicho y para no meterse en follones, que pleitos tengas…

(Recuerdo que hace meses, el propio Sr. Soca tuvo un cierto meneo de derechos intelectuales con el blog Supercastellanía que reprodujo parte de su trabajo sin su permiso explícito).

Tampoco voy a pensar, pues carezco de pruebas, que este interés en desvincular las referencias a www.rae.es© desde la página de Soca tenga algo que ver con la posición crítica que el periodista uruguayo mantiene con algunas de las políticas de la Real Academia. Me pregunto si han obrado o piensan obrar de igual forma con wordreference.com, dirae.es,rinconcastellano.com, drae2.es y otros que, a diferencia de las páginas suprimidas que era una compilación “manual” y finita, no realizan más labor que una consulta directa a la web original de la RAE®.

Pero al margen de implicaciones leguleyas, doctores tiene esa iglesia, lo que me deja estupefacto es la afirmación fehaciente, por parte del representante de Planeta®, de que obra de esta guisa bajo poder legal concedido por la Real Academia Española® para la gestión de los derechos de propiedad intelectual de los contenidos web (no de las ediciones en papel, que tendría sentido aunque su ética sea discutible). Cesión de derechos que, intuyo con maldad, lleva aparejada una cifra en moneda de curso legal, que no conozco yo gabinete jurídico que mueva un dedo si no hay un movimiento paralelo en las cuentas corrientes.

Creo que la institución académica debería plantearse su modelo económico e institucional. No se puede servir a dos señores a la vez. O se es una institución pública, sostenida con cargo a los presupuestos estatales (y consecuente auditoría) y cuya labor se desarrolla al servicio de los hablantes y a mayor gloria de la disciplina lingüística y el idioma, o se autorreconoce como una institución privada, con legítimo ánimo de lucro y derecho a contratar con quien le venga en real gana pero, claro, desposeída de su privilegio como autoridad inapelable del idioma.

Porque hay que recordar que la Real Academia Española® goza de capacidad normativa. Esto es, que si ella decide que covarde se ha de escribir con v, que el pronombre de CD ha de anteceder al CI (“lo te dije”) o que “purrismo” es un sustantivo sinónimo de “gofleta”, pues nos lo hemos de comer con patatas, porque lo ha dicho la RAE® y punto.

Y digo yo que el ejercicio de esta autoridad debe hacerse desde una total independencia y transparencia, no ya por el dinero que sustraiga de mis impuestos sino porque de ella depende la calidad de un idioma patrimonio común de 400 millones de hablantes y plasmada en una incalculable riqueza literaria e histórica que es, a su vez, patrimonio de la humanidad, presente y futura.

Y me temo que esto es meridianamente incompatible con la sumisión a los intereses comerciales de capital privado. Que la mujer del césar, además de ser casta tiene que aparentarlo, y a esta señora se le ve demasiado en compañía de amistades “poco recomendables”.