Más de un millón de libros, música y películas para descargar


alt1040


En un movimiento que podemos catalogar de histórico para el ecosistema BitTorrentThe Internet Archive ha comenzado una “migración” de más de un millón de archivos en torrent para descargar. Un inicio de lo que será a juicio de su fundador, Brewster Kahle, el principio del “acceso universal a todo el conocimiento”. La idea: convertir BitTorrent en un sistema de conservación distribuida de Internet.
Para aquellos que no lo sepan, Internet Archive es un sitio web y una organización sin ánimo de lucro que nació en 1996. Una colaboración entre multitud de páginas gracias a Alexa Internet. En su interior se encuentran una gran cantidad de archivos misceláneos de audio, vídeo y texto, muchos de ellos de dominio público o con licencias a base de Creative Commons para su distribución.
Una apuesta de conservación por la historia en la red que incluye secciones con las que “volver en el tiempo”. Para que nos hagamos una idea, hay más de 40 millones de páginas grabadas desde 1996, en los inicios del actual Internet. Todo bajo la declaración de sus inicios, proporcionar el acceso universal a todo el conocimiento.
Quizá por esta razón se haya decidido a dar este paso. BitTorrent es probablemente la manera más rápida de compartir archivos con grandes grupos de personas en la red.
Desde hace unas horas el sitio ha lanzado más de un millón de sus archivos usando el protocolo de intercambio de archivos. Una recopilación de películas, textos y libros con los que se inicia un nuevo capítulo en la historia de la organización. A la vez se anuncia que todos los archivos nuevos que se suban también estarán disponibles a través de BitTorrent.
Según Brewster Kahle, fundador del sitio:
Espero que la noticia sea recibida con entusiasmo por la comunidad de BitTorrent, ya que amamos lo que han construido y estamos muy contentos de poder poblar el universo BitTorrent con materiales de la biblioteca y nuestros archivos.
Desde hoy hay una gran oportunidad de simbiosis entre el mundo de las Bibliotecas y los grandes archivos en el mundo y la comunidad BitTorrent.
En estos momentos son alrededor de 1.398.875 torrents a los que se les están sumando cientos de más archivos cada hora. ¿Por qué? Kahle ofrece la respuesta a Torrent Freak:
BitTorrent es ahora la manera más rápida para descargar nuestro material ya que las descargas en los clientes de BitTorrent de forma simultánea son la manera más eficaz de que llegue a todo el mundo.
No sólo eso, según el propio fundador, la idea es que BitTorrent no se limite a proporcionar un enlace de descarga, sino que se está trabajando para convertirlo en un mecanismo de almacenamiento:
El siguiente paso es hacer del BitTorrent un sistema distribuido de conservación del contenido como el nuestro. Creemos que va a ser impresionante y probablemente, muy importante.
Aire fresco para un sistema perseguido por las sociedades de autores e industria del entretenimiento que ve como podría pasar a convertirse en una nueva forma de acceso al conocimiento a través de The Internet Archive.
Fuente: http://alt1040.com/2012/08/the-internet-archive-migra-a-bittorrent

El acceso abierto como solución a los problemas de difusión internacional del conocimiento


campusmilenio.com.mx

El pasado 24 de abril se publicó en el diario británico The Guardian un reportaje de la autoría de Ian Sample, corresponsal en temas científicos del periódico, titulado “Harvard University says it can´t afford Journal publishers´prices”. La nota se basa en el contenido de un memorando oficial enviado por la Biblioteca de Harvard a los más de dos mil académicos que forman parte de la planta de investigación y docencia de esa institución conminándolos a publicar sus resultados de investigación en revistas académicas de acceso abierto, es decir aquellas que permiten la consulta de textos completos, a través de Internet, sin pago por suscripciones u otros derechos.
Esta información ha contribuido a renovar en el ámbito académico anglosajón el debate acerca del acceso público a productos académicos que se generan, parcial o completamente, por medio de subsidios públicos a la investigación, pues resulta que en buena medida la investigación universitaria es apoyada por la vía fiscal, pero la difusión de resultados ocurre en mercados privados, en particular mediante la edición de revistas académicas comercializadas individualmente o a través de editores corporativos.
Según el memorando de Harvard, la biblioteca institucional eroga más de 3.5 millones de dólares por año solamente en materia de suscripciones a revistas científicas y académicas. Lo más preocupante, se añade, es que dicho costo es creciente si se toma en cuenta que en los últimos seis años el precio de las suscripciones ha aumentado casi ciento cincuenta por ciento en total. Como tendencia, señala la biblioteca, esta situación es insostenible a mediano plazo.
En ese sentido, el llamado a que los académicos de la universidad bostoniana publiquen en revistas de acceso abierto se propone como una acción de protesta y presión en contra de los grandes corporativos académicos editoriales. Dentro de ese mercado se ha fortalecido una tendencia hacia la concentración oligopólica. Solamente el gigante Elsevier (Holanda) concentra, al día de hoy, más de un cuarta parte de la distribución internacional de revistas científicas, además de contar con el servicio de sistematización bibliométrica denominado SCOPUS que es utilizado por varios rankings para comparar y clasificar el desempeño de universidades en el plano internacional.
Al tratarse de la Universidad de Harvard, sin duda una de las instituciones más reconocidas en el mundo por la cantidad y calidad de sus contribuciones académicas, su respaldo al movimiento a favor del acceso abierto e ilimitado al contenido de las publicaciones científicas asume una relevancia muy particular. Implica, cuando menos, el reconocimiento a un dilema entre el costo creciente de las publicaciones académicas comercializadas frente a las presiones para que los académicos divulguen sus resultados en circuitos internacionales. Como los grandes corporativos editoriales han logrado predominio en la distribución internacional de revistas científicas, entonces los académicos se ven obligados a participar en este circuito entregando, a querer y no, los frutos de su trabajo al sector privado.
Como, además, el reconocimiento al impacto internacional de la producción científica proviene de la presencia de los artículos y otros productos en las bases bibliométricas que forman parte del mismo conglomerado editorial –principalmente Elsevier y Thomson Reuters-, se está desarrollando un círculo perverso que sólo beneficia, al final del día, a los intereses editoriales comerciales. En este sentido resulta dramático constatar que una porción muy significativa de la producción académica local, por ejemplo la de las universidades de países en desarrollo, busca como primer destino el circuito internacional de revistas arbitradas, lo que da como resultado una forma de exportación gratuita y no regulada de conocimientos de primer nivel.
La apuesta a favor del acceso abierto, si bien no resuelve de un plumazo la traba entre todos los elementos puestos en juego, abre un panorama muy interesente: la posibilidad de multiplicar en forma significativa la difusión y el uso público del conocimiento científico. Desde luego falta por resolver temas tales como el financiamiento de las revistas de acceso abierto, las reglas de control académico requeridas, así como los sistemas de indexación que deben complementar esta vía de desarrollo.
El desafío más importante, sin embargo, está en el medio de las comunidades académicas universitarias, es decir el proceso de legitimación de las publicaciones de acceso abierto como medios válidos para la circulación internacional del conocimiento. El día en que la reputación de las revistas “open access” sea cuando menos equivalente al de las publicaciones periódicas convencionales, gran parte de la batalla estará ganada.
Por todo ello, vale la pena insistir en la importancia de que las universidades públicas en nuestro contexto se abran a discusiones de este orden, que ya no son debates marginales sino, como lo ilustra el caso que hemos comentado, reflexiones que ocurren en entornos institucionales del mayor reconocimiento.
Roberto Rodríguez GómezUNAM. Instituto de Investigaciones Sociales

Libre acceso ciudadano al conocimiento científico


bcn.cl

Casi diez años después del inicio del Open Access, en el 2012, la comunidad científica ha logrado el apoyo público para abrir sus investigaciones a todos. Inglaterra en particular, y ahora la Unión Europea, han decidido que los estudios científicos financiados con fondos públicos deben ser de libre acceso a la ciudadanía, cambiando así las reglas que hasta ahora imponen las casas editoriales. 

Acceso Libre
Antes de la masificación de Internet, e incluso hasta hoy, para que los lectores pudieran acceder a algunos artículos científicos era necesario pagar una suscripción a una revista especializada. A su vez, los investigadores interesados en masificar su conocimiento deben pagar a las revistas o casas editoriales para que el material salga publicado.

Este es el modelo de negocios tradicional que ha fundamentado el prestigio tanto de las revistas científicas como de los estudios que en ella se consignan. Dicha reputación se fundamenta también en que las casas editoriales aportan un valor agregado, garantizando que los artículos que se difunden en cada edición han sido revisados por especialistas en la temática del estudio en cuestión y no están relacionados con el autor (no tienen conflicto de intereses), a través del sistema de "revisión por pares" o "peer review".

Pues bien, con la llegada de Internet este modelo ha cambiando, generándose una nueva tendencia denominada acceso libre (Open Access, OA). De acuerdo a ésta, el soporte tradicional (el artículo en papel pagado, o la versión electrónica pagada) da paso a las publicaciones electrónicas gratuitas.

Así los usuarios (lectores) pueden acceder al conocimiento sin tener que pagar por ello ni tener que entregar información personal (registrarse). Este modelo implica que los usuarios no tan sólo pueden consultar los artículos, sino también están facultados para descargarlos, copiarlos, imprimirlos, distribuirlos, por supuesto haciendo respetar los derechos de autor.

El acceso libre opera de dos formas:

• Acceso abierto vía dorada: las editoriales (revistas electrónicas) ponen los artículos a libre disposición. Esto porque las revistas están totalmente bajo la modalidad OA o porque los autores de las investigaciones o las instituciones que las financian, pagan a la revista para que los artículos estén abiertos.
En este caso, es la editorial la que toma la decisión de cuándo publicar el material. De manera mayoritaria, las revistas mantienen los derechos de publicación, es decir, los autores cargan las versiones previas o finales de sus investigaciones, pero las editoriales deciden cuándo publicarlas.
• Acceso abierto vía verde: los autores son responsables de poner sus artículos, en forma voluntaria, en un repositorio público. Asimismo, publican abiertamente en Internet sus artículos en una revista electrónica científica que suele ser abierta. Normalmente son los autores los que pagan a la revista para que dichos textos sean públicos.

Un prejuicio que existe hasta hoy, aún cuando las revistas científicas de OA aparecieron a principios de 1990, es que aquellas publicaciones más prestigiosas tienen un acceso relativamente abierto, es decir, se puede acceder al resumen de su contenido pero para leer el estudio completo es necesario suscribirse pagando.

Al respecto, se han desarrollado investigaciones que indican que en un primer momento la calidad de los artículos estaba influida por su acceso. No obstante, hoy esta diferencia se ha ido minimizando, lo que se ha comprobado, principalmente, por el uso que se da este material: hoy, tanto los estudios de OA como los que se adquieren por suscripción, son citados con similar regularidad , e incluso, los organismos que financian el trabajo de los investigadores han comenzado a exigir como condición que el resultado de estos trabajos sea publicado libremente.
Haciendo un poco de historia, la desconfianza fue la tónica de la década de los 90 cuando sólo las publicaciones relacionadas con Internet se atrevían a difundir sus contenidos por OA. Luego las investigaciones científicas, principalmente las relacionadas con el mundo de la medicina se atrevieron a dar el paso, lo que logró consolidarse con la entrada de BMS Group; y en Chile, con Scielo que recopila las investigaciones científicas nacionales, principalmente médicas. BioMedCentral y Public Library of Science (PLoS ) hoy encabezan los repositorios de OA vía verde.

Actualmente, las revistas bajo OA son tan valoradas como sus antecesoras. Aun más, luego que comenzara a consolidarse un nuevo modelo de negocios distinto al tradicional basado en la cancelación de suscripciones. Hoy, el pago de parte de los autores a las casas editoriales es la principal forma de financiamiento. Las tarifas varían de acuerdo al tipo de revista o repositorio, según sea la vía que se elija, pero sólo para tener una referencia, en Estados Unidos en el 2010, se cobraba entre dos y tres mil dólares por publicación, con un promedio unos 900 dólares.


Financiamiento público
Uno de los grandes temas de la divulgación científica ha sido la participación que tienen los entes públicos en su financiamiento. En este contexto surge la pregunta ¿por qué una casa editorial puede beneficiarse de una investigación que ha contado con fondos públicos para su realización? De allí surge la idea de posicionar el OA como única plataforma.

Caso británico
En Inglaterra, se ha generado un movimiento en pro del OA. Un estudio de la Universidad de Manchester recomendó que las investigaciones financiadas por el Estado debieran estar a disposición de todos. Esto, luego que se analizara en profundidad el negocio de las suscripciones de revistas científicas y su contraparte abierta, contraponiendo los costos y beneficios de ambos modelos.

A partir de ello, el gobierno británico estableció que dentro de dos años todos los estudios científicos que hayan sido financiados con dineros públicos deberán ser de acceso gratuito.
La propuesta establece que las universidades sigan pagando a las revistas especializadas por publicar los artículos de sus investigadores, pero que éstas no podrán obligar al público a cancelar por acceder a la lectura de estos textos.

Actualmente las universidades –principales emisores de conocimiento científico- desembolsan unos 255 millones de euros por año en divulgación.

Frente a ello, el Estado ha decidido cancelar unos 64 millones anuales de euros –provenientes del presupuesto destinado a ciencia- a las casas editoriales que funcionan bajo los estándares tradicionales (suscripciones pagadas) que deberán derivar al sistema OA. Así, las revistas científicas publicarán los artículos en sus páginas automáticamente, y podrán solicitar al Gobierno un reembolso por los gastos que significó dicha publicación (vía dorada).

Este enfoque ha sido apoyado mayoritariamente por la comunidad científica, sin embargo, se ha criticado que el mundo pueda acceder gratis a los artículos pagados por los contribuyentes británicos (que aportan con el financiamiento público) pero estos deberán seguir desembolsando para leer investigación de otros países.

Caso Unión Europea
Siguiendo a Inglaterra, la Comisión Europea ha anunciado que los estudios científicos financiados con fondos públicos de la Unión Europea (UE) deberán ser de libre acceso a partir del 2014.

Asimismo, esta instancia recomendó a los países miembros hacer lo propio, tal como lo está planteando Inglaterra. El objetivo es que al 2016 al menos un 60% de los estudios pagados con fondos públicos europeos sean OA.

La citada comisión informó el 17 de julio de 2012 que las investigaciones que sean canceladas entre el 2014 y el 2020 dentro del programa Horizonte 2020 (fondo para la investigación científica), deberán pasar al sistema OA. Este fondo dedica unos 80 mil millones de euros a investigación y desarrollo.

La idea es que se abran los artículos por la vía verde, de manera de obligar a los investigadores a enviar sus artículos a un repositorio público en un plazo máximo de 6 meses. La excepción serán los estudios relacionados con las ciencias sociales que tendrán que remitir la información, a más tardar en 12 meses.

De seguro esta tendencia europea se replicará en otros continentes. Esto porque la penetración de Internet y la tendencia a masificar la información es una camino sin retorno en un mundo globalizado.

Fuente: http://www.bcn.cl/ciencia-e-innovacion/libre-acceso-conocimiento-cientifico